Inmaculada Mauriño, licenciada en Psicología, dirige desde hace dos años el programa Proyecto Joven un dispositivo que persigue, como principal objetivo, la normalización vital de adolescentes que presentan algún tipo de conducta desadaptativa. Con ella hablamos del trabajo apasionado que desarrolla a diario junto a Jesús, Edurdo y Asunción, el resto de profesionales que ponen cara a este programa de Proyecto Hombre Sevilla.

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Inmaculada Mauriño, directora del programa Proyecto Joven

Proyecto Joven nació con el inicio del nuevo milenio como uno de los programas de actuación de Proyecto Hombre Sevilla, centrado en este caso en el colectivo de chicos y chicas de entre 14 y 21 años con algún problema de consumo de sustancias, uso abusivo de nuevas tecnologías, problemas de conducta y adicciones comportamentales. Una acción terapéutica dirigida a padres y madres que se sientan desorientados con respecto a la educación del adolescente, o simplemente desbordados por una situación de conflicto que afecta a su vida familiar.

«Lo más normal es que acudan a nosotros familias normalizadas, que se sienten incapaces de controlar el comportamiento de su hijo o hija», afirma Inmaculada. Adolescentes que en su mayoría «no tienen consciencia de tener un problema y familias habitualmente con los roles cambiados: el joven impone su autoridad en casa, una situación complicada de cambiar», afirma.

Para estas situaciones, Proyecto Joven pone a disposición de estas familias un programa de actuación que se extiende a lo largo de un año, dividido en cuatro fases o niveles, y que actualmente beneficia a 54 jóvenes con sus familias.

En la primera fase, «el objetivo se centra en conseguir la abstinencia en el joven y que tanto éste como su familia asuman una serie de normas básicas de comportamiento y convivencia, favoreciendo unos hábitos de vida saludable y un mayor control de la impulsividad. Se trata de ejecutar un trabajo basado en el comportamiento».

En el segundo nivel se realiza más un trabajo a nivel actitudinal. «Los chavales exponen en el grupo los problemas que le afectan en su día a día, y se intenta analizarlos desde distintas perspectivas».

Ya en la tercera fase, «realizamos un trabajo emocional con ellos para conseguir que tengan un conocimiento de su mundo interior y que lo expresen. Intentamos hacerles ver la relación que existe entre sus sentimientos y el comportamiento que desarrollan a diario».

Finalmente, el proceso concluye en una cuarta fase en la que el equipo de Proyecto Joven se convierte en un mero observador de los jóvenes y su familia. «Intentamos que actén correctamente (ambas partes) sin nuestra tutela, ya que no vamos a estar siempre ahí para ayudarles».

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En la imagen, el equipo de profesionales de Proyecto Joven compuesto por Jesús Herrera, Eduardo Sánchez, Inmaculada Mauriño y Asunción Gil

Pero, ¿cuáles son los problemas más repetidos entre los adolescentes que acuden a Proyecto Joven?  Inmaculada responde con celeridad: «los padres y madres han perdido la autoridad con respecto a sus hijos o hijas; se les han ido de las manos. Son más problemas de conducta que de adicciones, aunque la mayoría de ellos presentan consumo de algún tipo de droga o de uso irresponsable de nuevas tecnologías, y elevada agresividad en casa».

Una puesta en valor de la realidad de unas familias que padecen una problemática que no difiere mucho de la experiencia de generaciones anteriores. «Creo que la situación no ha cambiado con respecto a hace unos diez años, etapa en la que comencé a trabajar en Proyecto Hombre. Los problemas eran parecidos. La juventud de ahora no es peor ni mejor que la de antes. Lo que sí se puede decir es que los jóvenes son el reflejo del comportamiento de la sociedad, que no olvidemos está dirigida por los adultos», afirma.

Inmaculada no quiere finalizar esta breve charla sin advertir, eso sí, de una problemática que irá en incremento. «Creemos que de aquí a unos años van a venir a nosotros muchos más jóvenes con problemas de adicción o mal uso de las nuevas tecnologías, y eso sí que es reflejo directo de la sociedad actual. En este aspecto, nos queda un gran trabajo de futuro», concluye.